MAY, OREJAS LARGAS
Facilitar la expresión de la rabia para evitar la violencia.
Érase
una vez un perrillo precioso de color canela, se llamaba May, y tenía las
orejas muy largas, muy largas. Cuando andaba, las arrastraba por el suelo, si bebía
metía las orejas en el agua antes que la lengua y al correr parecía que dos
alas salían de su cabeza para, en un descuido, echar a volar.
May,
orejas largas, era el perro más juguetón del lugar, le encantaba jugar con los
demás animales. Pero le ocurría algo terrible: cuando comenzaba a jugar sacaba
sus garras y arañaba y hería, incluso tiraba bocados de verdad. El no sabía que
hacía mucho daño. Lo cierto es que los demás animales comenzaron a alejarse de
él y se quedó muy sólo sin saber por qué.
Como
nadie quería jugar con él, se fue al campo, se escondió entre los matorrales y
decidió que si nadie quería se convertiría en un perro rabioso que asustaría a
todo el mundo. Desde luego nadie se atrevía a pisar el campo, pues todos le
temían. Aquella situación no podía durar mucho tiempo, ya que no tenían que
comer. Por este motivo los animales se reunieron y decidieron mandar a Quila Tranquila para que hablara con él.
¿Qué quién era ella?. Pues era el único animal a quien el perro no podía
morder: Quila tranquila era una tortuga.
La
tortuga llegó muy lentamente a su escondrijo y lo llamó: ¡May, May!. May salió
disparado y la tortuga al verlo se escondió en su caparazón. Él sacó sus garras
y le dio muchas vueltas a aquella cosa que parecía una piedra. Cuando se cansó
vio como una cabecilla pequeña que asomaba por debajo le decía:
-May, quiero hablar contigo.
-Vaya, una piedra que habla, eres muy rara- dijo el perro.
-Soy Quila tranquila, me han enviado los animales del bosque para decirte que te tienen un miedo terrible.
May se extrañó mucho de lo
que estaba escuchando y exclamó:
-Pero si yo sólo quiero jugar con ellos.
A lo que Quila respondió:
-En cambio ellos no quieren jugar contigo porque les haces mucho daño, siempre salen malheridos de eso que tu llamas juego.
May se enfureció aún más y
gritó enfurecido:
-Pero, ¿cómo es que les hago daño?
La tortuga con voz firme
le dijo:
-Eso que tú llamas juego, es sólo violencia.
- ¿Y qué es eso? - preguntó el cachorro.
Quila sacó una lista que le habían dado los
animales y fue enumerando todas las agresiones que ellos habían recibido:
-Pegar patadas, arañar, tirar bocados, pelear a puñetazos...Eso es
violencia y hace mucho daño a las criaturas. Por eso todos huyen de ti, porque
no sabes jugar.
-Entonces, ¿ qué es jugar?- preguntó el perrillo con la
cabeza baja y el
rabo entre las patas.
A lo que la tortuga
respondió: “jugar es disfrutar, sin hacer
daño a los demás”. May se quedó muy pensativo por todo lo que había oído y
comenzó a comprender por qué nadie quería jugar con él; como era muy listo
decidió que cambiaría su forma de jugar. Y desde aquel día, las cosas fueron
muy distintas para aquella comunidad de animales.
Habían recuperado a un
amigo. Ahora sí que podían disfrutar, porque May dejó de pelear y se convirtió
en el perrillo más divertido de los alrededores.
R.M. Badillo (Cuentos para Delfines).
gracias por la información =)
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