FOBIA A LA SANGRE, INYECCIONES Y DAÑO CON SÍNDROME VASOVAGAL (DESMAYO)
Montse García
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Esta fobia se caracteriza básicamente, por el miedo y la
evitación de
situaciones en las que se pueda estar en contacto, tanto directo como
indirecto, con sangre, inyecciones, heridas o estímulos relacionados. Este problema puede llegar a ser incapacitante cuando su padecimiento supone la
evitación de consultas, pruebas o intervenciones médicas necesarias para la
salud de la persona que la padece.
Tener un cierto miedo a la sangre y las heridas es algo muy frecuente y
está posiblemente influenciada por factores genéticos ya que hay elevado
porcentaje con antecedentes familiares. Asimismo es usual que se adquiera bien a través de una experiencia traumática o vicariamente, es decir, a través de comportamientos, reacciones, comentarios de otras personas.
Una de las características más destacables de esta fobia es su peculiar patrón fisiológico que se da
en más de la mitad de los pacientes y que la diferencia de las otras fobias.
Se trata de una respuesta en dos fases ante la presencia y/o el recuerdo
del estímulo fóbico:
- Primera fase. Al igual que en las demás fobias se produce un incremento de la presión arterial y frecuencia cardíaca. También sudoración, nerviosismo, etc.
- Segunda fase. Se produce un rápida caída de la presión sanguínea y de la frecuencia cardíaca (30-45 pulsaciones por minuto), lo que frecuentemente conduce al desmayo.
Para tratar a los hematofóbicos que se desmayan o corren peligro de
desmayarse existe una técnica específica que se denomina TENSIÓN MUSCULAR
APLICADA. Una vez que la niña o niño
están cómodamente sentados se le pide que sigan los siguientes pasos:
- Primer ejercicio. Consiste en aprender a tensar los músculos de los brazos manteniendo la tensión durante 10-15 segundos, hasta que se sienta una sensación de calor en la cara. Instrucción al niño o al adulto: “cierra el puño como si tuvieras una moneda dentro y aprieta mucho para que no se te caiga”.
- Segundo ejercicio. Abre la mano y deja caer la moneda, vuelve poco a poco a poner el brazo en la posición de antes. Pedir que esté así durante 15-20 segundos.
- Tercer ejercicio. Consiste en aprender a tensar los músculos de las piernas. Pedir que eleve las piernas del suelo y que apriete las rodillas como si tuviera algo encima que no debe dejar caer. Mantener durante 10-15 segundos.
- Cuarto ejercicio. Aflojar poco a poco las piernas volviendo a la posición inicial, mantener durante 15-20 segundos.
- Quinto ejercicio. Tensar ajora el torso, apretando y elevando el culete como si fuera a levantarse del asiendo, pero sin apoyarse en el suelo ni el los brazos. Mantener durante 10-15 seg.
- Sexto ejercicio. Aflojar poco a poco la tensión y permanecer así 15-20 segundos.
- Séptimo ejercicio. Tensar ahora todo los músculos a la vez, brazos, piernas y torso durante 10-15 segundos.
- Octavo ejercicio. Aflojar todos los músculos poco a poco y volver a la posición inicial, mantener 15-20 seg.
Este procedimiento debe repetirse 5
veces. Cuando la persona haya aprendido a tensar todos los grupos musculares
adecuadamente todos los grupos musculares (varios días) podrá pasarse
directamente a los pasos 7 y 8.
Si la fobia es a las extracciones de sangre, está indicado practicar la tensión muscular aprendiendo a mantener un brazo relajado para facilitar la inyección y minimizar el dolor de la misma (tensión diferencial).
Aunque el desmayo o el mareo no es
en sí peligroso para la persona, es bueno conocer que puede darse para estar
sentado y no golpearse si de desvanece. Este desmayo suele producir miedo en la
persona, y este miedo es precisamente el
componente más significativo de la fobia
a la sangre. De hecho las respuestas de evitación de la sangre o las heridas se
producen básicamente por miedo al desmayo, por evitarlo. Es por este motivo por
lo que un elemento clave del tratamiento es aprender la técnica de la tensión
aplicada, que nos servirá para evitar la caída de la presión sanguínea y con
ello, la prevención del desmayo.
Después de haber afrontado exitosamente la situación temida aplicando la tensión muscular, se recomienda exponerse de nuevo a dicha situación pero esta vez sin necesidad de tensar, como cualquier persona que no tenga fobia.
Este tipo de fobia es específica y es bastante común, siendo habitual su inicio en la infancia o al principio de la adolescencia pudiendo mantenerse a lo largo de la vida si no se realiza un adecuado abordaje psicológico.
Bibliografía consultada
Protocolo de tratamiento para fobia a la sangre, inyecciones, daño con síndrome vasovagal - Mª Isabel Comenche Moreno
Tratamiento de fobias específicas - Elia Roca
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