LA BRUJA QUE QUERÍA VOLAR
Lydia Giménez Llort
Otro maravilloso cuento de Lydia en el que nos acerca al difícil mundo de los adolescentes y nos muestra la importancia que tiene, especialmente para ellos, el tener una buena autoestima, cultivar su fuerza interior y creer en ellos mismos.
Hubo una vez una bruja que quería volar
pero ni siquiera tenía escoba. Visitó al gran brujo para preguntarle qué
debía hacer para conseguir alcanzar su sueño…
-Debes ir en busca de alguien joven,
soñador, valiente, vivaz, con ganas de compartir y disfrutar junto a los
demás. Por cada duda que albergue conseguirás, aquella noche, robarle
un hilacho de su fuerza y así, poco a poco, podrás ir reuniendo hebras
para tu escoba.
La bruja así lo hizo pero al poco regresó decepcionada.
-Hice lo que me dijiste…, pero la escoba casi no alcanza a despegar del suelo- le dijo enojada al gran brujo.
-La persona que escogiste era demasiado
joven…mejor busca entre los adolescentes…alguno habrá con miles de
dudas…con el corazón debatiéndose por un nuevo amor o con el corazón
partido, aturdido ante decisiones difíciles de su paso de niño a adulto o
decisiones obligadas y demasiado apresuradas que necesitarían más calma
y tiempo porque deciden su futuro, alguien con demasiadas ilusiones no
compartidas, con un espejo que le muestre una imagen diferente a la que
quiere o demasiado adulto entre tanto niño de su misma edad aún por
crecer…con demasiados buenos amigos que no le entienden o ni siquiera le
escuchan…Y aunque no lo creas, de esos, de esos encontrarás muchos…
La bruja marchó caminando, dudosa de la
posibilidad de lograr con éxito tan difícil tarea. Vagó por las calles
de día, entre los jóvenes, disfrazada de pobre vieja… pero el sol lucía
demasiado hermoso y todos los adolescentes, aún estando llenos de dudas,
mostraban su cara más juvenil y alegre.
Pasaron los días hasta que recordó que
el brujo le habló de la noche… y así descubrió que era justo de noche,
en medio de la oscuridad cuando la falta de luz les volvía ciegos. Allí
dentro de sus casas, encerrados en sus habitaciones, sucumbían a sus
temores y cuando les llegaba el sueño…las dudas se sucedían unas tras
otras…y amontonadas se convertían en una montaña imposible de escalar.
Ese era el momento, cuando la fortaleza
de la luz del sol dejaba de alentar la fuerza interior, cuando la fe en
sí mismos les abandonaba dejándoles a la merced de la oscuridad de la
noche…ese era el momento en el que ella debía actuar…
La bruja se apresuró a arrebatar a uno y
a otro pequeños hilachos de juventud, de fuerza interior abandonada en
medio de la oscuridad…aprovechando la vulnerabilidad de la duda, la
flaqueza de la fuerza interior, la falta de fe… Hilachos tras hilacho
cada noche la escoba iba cobrando forma, pero aún así, con la primera
luz del sol de la siguiente mañana, la escoba se deshilachaba…
La bruja se preguntaba por qué. Una
noche, decidió no arrebatar ningún hilacho…y en lugar de eso se sentó al
lado del joven que parecía más aturdido para así entender qué era lo
que lograba romper el hechizo. Pero el joven no hablaba, estaba callado,
sólo escuchaba…escuchaba las palabras de un hombre.
Y a pesar de todo su aturdimiento, a la
mañana siguiente, el joven, mirándose frente al espejo sonreía con la
fuerza interior del que se mira en el espejo recién levantado y a quien
el descanso del sueño le ayuda a recordar la necesidad de creer en si
mismo, a pesar de los pesares, sabiendo cuál es el camino para hacer lo
que está bien…recordando la necesidad de creer en sí mismo, de mantener
la fe, de levantar la cabeza y mostrarle al mundo que aún tiene orgullo.
Salir a la calle e ir a por lo que
quiere, sin permitir que se crucen en su camino, sabiendo que logrará
ser un campeón sólo si logra mantener la fe, porque no sólo hay que
decirlo si no que hay que creer en ello, darse una nueva oportunidad y
esperar un poco, porque sólo es cuestión de tiempo para ver como la
confianza llega y vence.
Cuando el joven marchó, la bruja se
quedó allí, estupefacta, quieta, delante del espejo, con cara
sorprendida ante la inmensa sabiduría de aquellos pensamientos.
Y recordó entonces todas las palabras de aquella noche…Se miró, se miró
en el espejo y miró lo que estaba haciendo en esos momentos.
Encontró un pequeño momento para
analizarse a si misma, para ver el modo en que vivía cada día, para
poner su vida en orden…para reencontrarse consigo misma…
Y gritó, gritó con todas sus
fuerzas….para que la fe se metiera en su interior, tal como aquel hombre
por la noche le había dicho cantando al joven, para que la fe y el amor
se metieran en su interior a través del corazón…porque no necesitaba
robar hilachos de fuerza interior a ningún joven para conseguir su
sueño, ella misma podía flotar en el cielo, en lo más alto, cualquier
camino que tomara le permitiría hacerlo, con sólo intentarlo…pero debía
creer, creer y tener fe…
La bruja cogió unas tijeras y cortó
parte de su larga melena para que sus propios cabellos hicieran de
hebras de lo que había de ser su escoba. Desde entonces, por las noches,
algunos dicen ver a una bruja volar, subida a una escoba medio
deshilachada, como su propia melena, cruzando por delante de la luna…
Es ella, es la bruja que se acerca a la
luna y a la estrella que más brilla en el cielo, para pedirles, por
favor, que no dejen de iluminar el camino en medio de la oscuridad de la
noche, porque los jóvenes necesitan que su luz continúe alentando su
fuerza interior, alimentando su fe, para que éstas no se desvanezcan
fundidas en el negro de la noche y así logren mantener su confianza
hasta que lleguen otra vez los primeros rayos de luz que les trae el
alba.
No os perdáis el vídeo en el que podemos leer el cuento mientras escuchamos una bonita música.
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