LA ASERTIVIDAD DE MARÍA (1)
Montse García
A través de María, una adolescente de 14 años, voy a describir situaciones bastante habituales entre los jóvenes de estas edades. Mi propuesta es contaros también de qué forma y qué propósito tendría en estas situaciones el entrenamiento en habilidades asertivas para este tipo de población.
Esta es la primera parte de unas cuantas de las que se compone esta historia.... Espero que os guste.
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La palabra asertivo, de aserto,
proviene del latín assertus y quiere decir 'afirmación de la certeza de
una cosa'; de ahí puede deducirse que
una persona asertiva es aquella que afirma con certeza. La asertividad es
un modelo de relación interpersonal que consiste en conocer los propios derechos y defenderlos, respetando a los demás;
tiene como premisa fundamental que toda persona posee derechos básicos o
derechos asertivos (cfr infra).
María es una adolescente de 14 años, amable, tímida,
inteligente. Su mente es un hervidero de ideas, a cual más original, a cual más
divertida. Muchas veces piensa que el comportamiento de algunos de sus
compañeros y amigos es poco inteligente, demasiado retador, incluso injusto y
malintencionado.
Pero esas ideas nunca llegan a salir de su interior,
nunca llega a expresarlas, porque….¿y si se ríen de ella? ¿y si son una
tontería? ¿y si eso molesta a sus compañeros de clase?....y si…y si…¿quién es
ella para decirle a nadie que no haga eso o aquello?, y sobre todo ¿cómo puede
negarse a respaldar ciertas actitudes si Marc o Silvia o Miguel o….le piden que
lo haga?
¡Vaya lío! María no siempre está de acuerdo con
ellos, es más, en muchas ocasiones no formaría parte de algunas “movidas”, pero
es que quiere ser aceptada por su grupo. Ella, como tantos y tantos
adolescentes, “necesita” la aceptación de sus iguales, quiere ser parte de ese
grupo de gente “guay” que tanto la hace sufrir a veces.
Cada día María observa que algunos de sus compañeros
de instituto son atacados verbalmente por sus “amigos”, ella ve como sobre todo
Marc o Silvia acosan y se mofan de algunas chicas y chicos intentado que queden
en ridículo delante de los demás adolescentes. Para María es horrible comprobar
como la mayoría de chicos/as se ríen a su alrededor, pero lo peor para ella es
verse a sí misma burlándose de forma malvada de esas personas. Ella no quiere
hacerlo, sabe que es injusto, no le gusta comportarse así, en esas situaciones
quisiera salir corriendo bien lejos de allí.
Por la tarde cuando llega a casa a veces fantasea con
la idea de que ella, María, la tímida, la poquita cosa, la invisible; se
enfrenta a sus amigos gritándoles que dejen en paz de una vez a la gente y se
ocupen de sus propios asuntos. En esos momentos ella se siente bien, siente que
está haciendo algo correcto y bueno. En esos ratitos se ve como la salvadora de
sus compañeros y su autoestima sube, se siente tan satisfecha consigo misma….
¡Lástima que sean sólo fantasías!, al rato vuelve a la
realidad y entonces recuerda lo que pasó ese fin de semana. Ellos, sus amigos,
le pasaron un “peta” para que diera unas “caladas”, hasta entonces nunca le
habían dicho nada, pero ese día insistieron en que lo hiciera. Empezaron a
meterse con ella llamándole “ratita asustada” y la animaron a que se divirtiera
fumando unas caladitas porque con eso se le iban a ir todas las tonterías del
cuerpo y lo iba a pasar en grande.
Pensó en urdir una mentira para escapar de esa
situación, pero cuando vio a cinco pares de ojos fijos en ella supo que tenía
que hacerlo. Y lo hizo, ¡vaya si lo hizo! Fueron tres o cuatro “caladas” pero
su cuerpo reaccionó rápidamente y empezó a sentir que su cabeza se iba a algún
sitio de más arriba y su estómago se rebelaba dando algunos espasmos hasta que
acabó vomitando casi encima de los pies de sus amigos.
Se sintió fatal, se avergonzó porque ninguno de sus
amigos había dado tamaño espectáculo al fumar marihuana por primera vez, además
físicamente se sentía hecha un guiñapo y para colmo se asustó al ver que eran
las nueve de la noche y que en media hora debería de estar en su casa ¿Se
darían cuenta sus padres de lo que había hecho? Ufff ¡en qué lío se había
metido por no saber decir que no!
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