CORAZÓN: UN LUGAR ÚNICO E IRREPLICABLE DEL UNIVERSO
Fuente: Revista SEFPSI, Pág. 193-208, Vol. 7, Año 2004, No. 1-2Mtra. Marta Campillo Rodríguez
Fac. Psicología Xalapa
“Si alguien que tú conoces se siente desplazado por el
nacimiento de un hermano/a, cuéntale este cuento”
Había una vez un jardín muy grande, lleno de árboles y
arbustos de todos los verdes, como alguno que seguramente tú conoces o
recuerdas, que era tan extenso que uno podía perderse con facilidad entre la
maleza. Había pequeños senderos que lo recorrían y se podía ir subiendo y
bajando por las laderas de un cerro. Los arbustos y pastizales a veces eran
espesos y en otras veces se podía ver la parte baja del jardín desde arriba.
Mientras estás leyendo tu imaginación puede llevarte, tal
vez a ver lo verde del follaje o a sentir el calorcito del sol que ha comenzado
a calentar toda la hierba húmeda y el pasto. Ahí en ese jardín, paseaba muchas
tardes una niña llamada Yoloamor. A ella le gustaba mirar las flores silvestres
y encontrar nidos en las ramas de los árboles.
Yoloamor había sido la única hija en su familia. Ella era
“La Princesita” como muchas veces la llamaba su papá cuando jugaban. Ella
bailaba y se reía y les enseñaba a sus papás todo lo que había aprendido en la
escuela y las cosas que ya podía hacer.
Ese día Yoloamor sentía un gran hoyo en su corazón, ya no
tenía ganas de hacer nada, en la escuela estaba de mal humor, no quería
obedecer a la maestra cuando le decían que terminara su trabajo, ni ella
entendía lo que le pasaba.
Parecía que todo lo que ella había conocido hasta ahora se
había acabado, iba a nacer un hermanito, su mamá se había sentado con ella y le
había contado que ahora ya no iban a ser tres sino cuatro personas en la
familia y que ella iba a ser la hermana mayor. Aunque todos parecían estar muy
contentos, a Yoloamor le llegaron muchos pensamientos desconcertantes.
Se
preguntaba -No sé si mis papás me van a seguir queriendo igual que antes-
También pensaba que ya sus papás no iban a tener tiempo de jugar con ella y
verla cuando les enseñaba como bailaba y daba vueltas. Aunque no se había
atrevido a decirle nada a nadie.
Guardar el secreto acerca de lo que sentía era muy difícil.
Un día que lloraba en el patio de su casa junto a un gran árbol, de pronto
apareció una Hada llamada Xóchitl, que se acercó a consolarla y le dijo con voz
muy suave:
-Te voy a contar una historia, es una historia muy antigua…tiene que
ver con algo muy importante que nos pasa al nacer a todos los seres humanos
¿Quieres descubrir cómo fue que te dieron un corazón?
-¡Sí, claro! - Respondió Yoloamor dejando de llorar, - ¡yo quiero
saber eso!
-Antes de nacer,- respondió el Hada- , cuando la vida está llegando a tu
cuerpo...
Entonces interrumpió para decirle:
-Pon tus manos juntas una con la
otra, así.
Le mostró tomándole las manos suavemente, las unió y continuó
diciéndole:
-Cuando la vida llega a tu cuerpo te dan y…
Al mismo tiempo que le
decía, abría sus manos que estaban unidas, como quien va a poner algo dentro
con las suyas, diciéndole:
-Te dan un corazón y te dicen: este es tu corazón
que va a vivir en tu cuerpo de hoy y para siempre, esta es la vida que llega a
ti, para que tú la hagas crecer, la disfrutes y le enseñes todas las cosas
bellas y la hagas ser fuerte e independiente. Nadie puede ocupar el lugar en el
universo que ocupa tu corazón ¡ese lugar es único e irreplicable! Sólo tu
corazón puede ocuparlo, es tuyo, tú eres la cuidadora de este corazón que
estará en ti para que lo cuides y lo
protejas”.
El Hada Xóchitl cerró sus manos suavemente y le dijo, así te
dan el corazón, ese que ahora vive en ti y ocupa un lugar que es único e
irreplicable y mientras Yoloamor pensaba en su corazón, en cómo tenía un lugar
único e irreplicable en la naturaleza, sentía como llegaba a su cuerpo una
sensación de paz y tranquilidad. Pensaba en las muchas personas a las que
quería, en las cosas que aprendía y que le gustaba hacer y sentía como el amor
se esparcía a todo lo que ella veía y
amaba, en el cielo, las nubes, el jardín, sus papás, toda su familia, sus
amigos, todos en su escuela.
Cuando entró a su casa sonriendo, le dijo a su mamá:
-Mi hermanito va a tener su propio corazón ¿verdad?
La mamá sorprendida y sonriendo le dijo:
-Sí, claro.
Y Yoloamor continuó pidiéndole que dibujaran el corazón que
cada quien tenía. Mientras lo dibujaban, ya coloreándolo de rojo, ya
adornándolo con flores y pájaros, ya rellenando los huequitos para que quedara
bien iluminado, comenzaron a tararear canciones que ellas se sabían, y sin más
al corazón le creció alas y comenzó a volar como las mariposas, iba y venía, visitaba y tocaba a todas las
personas dejando una sonrisa en todos los corazones.
Bibliografía
Fac. Psicología Xalapa
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