viernes, 21 de diciembre de 2012

CÓDIGO DEONTOLÓGICO APA . DILEMAS ÉTICOS

PRINCIPIO A: BENEFICENCIA Y NO MALEFICENCIA.

 
Este principio expresa el esfuerzo que los psicólogos deberán mantener para salvaguardar el bienestar y los derechos de las personas implicadas en las relaciones terapéuticas, ya sea directa o indirectamente, evitando causar daños. También especifica el esfuerzo que se ha de mantener para no dañar los animales de investigación. En caso de conflicto entre bienestar y perjuicio el psicólogo deberá intentar resolverlos de un modo responsable que evite o minimice los posibles daños.
Teniendo en cuenta que los juicios científicos y las acciones profesionales pueden afectar las vidas de otros, este principio general establece la necesidad de prestar especial atención para no utilizar mal la influencia a favor de factores personales, financieros, sociales, orgánicos o políticos; del mismo modo el psicólogo deberá esforzarse por ser consciente del posible efecto que su propia salud física y mental produce sobre su habilidad en ayudar aquellos con quienes trabaja.
Seguidamente relato un caso ficticio aunque no por ello improbable de lo que en mi opinión podría ser una vulneración al código deontológico del psicólogo del APA.

A la consulta de María, psicóloga de 40 años, acude Eva, una mujer de 30 años que dice sentirse muy triste y deprimida desde hace meses.
Eva le cuenta a María que se siente sin fuerzas para continuar su vida, dice que llora permanentemente, que no tiene ganas de divertirse y salir con sus amigos como antes y que todo lo que antes la motivaba y le gustaba ahora no le apetece hacerlo.
Eva piensa que todo lo que le está ocurriendo está motivado por una relación que mantiene desde hace 1 año con un hombre casado. Al principio, dice Eva, todo iba bien, estaba muy ilusionada con él, porque era un hombre maravilloso y atento con el que se divertía y al que ha llegado a querer muchísimo.

A los 6 meses se enteró de que él estaba casado y tiene 2 hijos, ella se enfadó muchísimo y quiso dejar la relación, aunque finalmente él la convenció de no hacerlo diciéndole que su matrimonio no funcionaba y pensaba dejar a su mujer. Eva finalmente consintió seguir la relación creyendo que él sería sincero con su mujer y le pediría el divorcio. A los dos meses se percató de que él aún no había dicho nada en casa y que a pesar de sus promesas no parecía tener intención de dejar a su esposa.
Sus amigos le aconsejaban que cortase esa relación porque la estaba dañando y cambiando su humor, estaba dejando de ser la chica divertida y amable que siempre había sido.

En el curso de la segunda sesión, Eva comenzó a entrar en detalles sobre su relación y sobre Javier, el hombre con quien mantenía esa relación. Conforme Eva iba relatando situaciones, María empezó a sentirse mal y comenzó a darse cuenta que el hombre del que Eva hablaba era su propio marido.
Inicialmente la psicóloga sintió una rabia profunda hacía Eva considerándola la causante de sus problemas matrimoniales.
Después de reflexionar al respecto decidió que el tema personal no debía influir en la relación profesional con su cliente y tras plantearse el derivar el caso a un colega, decidió continuar con el tratamiento sin decirle nada a su cliente ni por supuesto a su marido.
En este caso y por mucho que la psicóloga creyera ser objetiva y actuar correctamente con su cliente, está vulnerando claramente el código de beneficencia y no maleficencia, ya que dado que estando tan involucrada a nivel personal no sería extraño que en vez de ayudar a su cliente pudiera causarle eventualmente algún perjuicio. En consecuencia debería haber derivado el caso a otro profesional.
 
Montse García




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2 comentarios:

Reyes dijo...

Muy bueno Montse. Creo que como somos humanos, a veces debemos de consultar nuestra forma de actuar con otro colega, ya que sin ser cosciente podemos estar interfiriendo en la terapia con algún paciente y al mismo tiempo en nuestra propia vida.
Los sentimientos y emociones son a veces dificilies de controlar.
Un Saludo.
Feliz Navidad!!!

Montse Garcia dijo...

Así es Reyes, eso es algo que creo que nunca debemos perder de vista, también somos humanos y por tanto falibles por eso es importante que seamos conscientes de ello.

Feliz Navidad para ti también ¡¡¡

Un abrazo
Montse