sábado, 13 de julio de 2013

NOSOTROS NOS SEPARAMOS ¿NUESTROS HIJOS TAMBIÉN?

NOSOTROS NOS SEPARAMOS ¿NUESTROS HIJOS TAMBIÉN?


Montse García


El hecho de que una pareja con hijos se separe es, indudablemente, una de las circunstancias más complicadas por las que tiene que atravesar una familia, y que inevitablemente afecta también a los hijos.


Al romper con nuestra pareja las personas perdemos una relación especial, íntima, cercana. Frecuentemente esta relación puede suponer una fuente de cariño, amor, seguridad y apoyo. Asimismo perdemos también cosas en el terrero material y económico y en el social (amigos comunes, relaciones familiares, etc.). Incluso en los casos en que las relaciones de pareja hayan sido tormentosas, sentimos una pérdida que nos produce inseguridad, inestabilidad emocional, dolor, emociones confusas y contradictorias.

Es comprensible que el estado emocional de los dos ex-cónyuges esté ahora alterado y sobre todo si la relación que existe entre ellos no es tan cordial como sería deseable. Mantener una relación de esas características puede estar influyendo negativamente en los hijos.



En estos casos es necesario hacer un ejercicio de reflexión y generosidad para hacernos conscientes de que todo aquello que podamos hacer y/o decir del otro progenitor delante de los hijos puede influir de forma importante en ellos. En mi opinión esto sería muy positivo, ya que en la medida de que cada parte se sabe una fuente de influencia para los niños será capaz de hacer que las consecuencias de la separación sean lo menos perjudiciales para ellos.

Después de la disolución de una pareja uno de los aspectos que más cuesta cambiar es el modo de relacionarse entre los ex cónyuges. En el caso en los que hay hijos de por medio los dos progenitores están condenados a entenderse aunque solo sea por el bienestar de los hijos que hay en común. El consejo más básico y más eficaz en estos casos, aunque a veces pareciera imposible de cumplir, es ANTEPONER EL BIENESTAR DE LOS HIJOS a las rencillas que se mantengan con la ex pareja.

Teniendo en cuenta este objetivo aquí van unas recomendaciones que pueden ser útiles para manejar un poco mejor esta relación:
  • Aprender a controlar las emociones, esforzarnos por escuchar a la otra parte para poder comprender la posición de tu ex pareja.
  • Practicar algún método de relajación y/o mindfulness que os ayude a canalizar las emociones negativas y aprender a gestionarlas para que un acceso de enfado no os juegue malas pasadas.

  • Otra forma de intentar mantener la calma en los momentos en que debéis tomar decisiones conjuntas es dejar de pensar en la otra parte como ex pareja, para pasar a pensar en él/ella como la persona que representa el rol de progenitor.

  • Recordar que culparse a sí mismo o culpar al otro, sin asumir la parte de responsabilidad que tiene uno mismo, no ayuda a solucionar las diferencias.
  • No se deben mostrar actitudes destructivas, hay que intentar no caer en descalificaciones ni reproches.

Aún con todo si los conflictos son de tal envergadura que  resulta imposible llegar a acuerdos, si sois conscientes de que al defender los derechos propios estáis destruyendo los del otro, o si percibís que la situación se os escapa de las manos, tal vez sea conveniente que acudáis a un profesional de la mediación para que os ayude a llegar a acuerdos a través del diálogo y la colaboración.

En relación con el tema de los hijos en principio la ruptura en sí no se considera ni buena ni mala para los hijos, lo que en realidad hace mella en ellos son las actitudes y los comportamientos alterados que muestran los padres entre sí y hacia los hijos después de la separación (insultos, menosprecios, gritos, indiferencia).

Al objeto de ayudar a los hijos a superar la separación es aconsejable tener cuenta estas cuestiones:
  • No se debe exigir a los hijos que tomen partido por uno de vosotros.
  • No se debe utilizar a los hijos como mediadores o interlocutores los miembros de la ex pareja, ni tampoco como sostén emocional de uno de los dos.
  • No tenéis que permitir tampoco que vuestros hijos se entrometan en vuestros asuntos de pareja. Estos pertenecen a vuestra intimidad.
  • No hay que manipular a los hijos para vengarse de la ex pareja, esto puede llevarles a sentirse culpables de la separación.
  • No es conveniente responsabilizar al otro progenitor de los comportamientos que puedan aparecer en los hijos (no querer dormir solos, tener pesadillas, mostrarse agresivos…). Estos actos son formas que tienen los niños de exteriorizar y afrontar los sentimientos que les producen la separación y suelen ser temporales.
  • Evitar generar en los hijos la idea de que todas las relaciones acaban mal.
  • No intentar borrar en los hijos el recuerdo del otro progenitor diciéndoles que no se quiere saber nada de ellos.
  •  Evitar crearles ilusiones de reconciliación parental.

Sobre todo insisto en que la mejor forma que tienen los progenitores de ayudar a sus hijos a adaptarse a los cambios que trae consigo la separación es realizar un esfuerzo por mostrar actitudes respetuosas. Si los hijos perciben que entre los padres hay diálogo y colaboración, y no discusiones que acaban en llantos y gritos, serán capaces de normalizar el divorcio.

Hay que ser consciente de que vuestros hijos merecen tener unos padres que, aunque estén separados, se respeten y compartan momentos en común con ellos sin contemplarse como enemigos.

Montse García




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2 comentarios:

AnnA dijo...

Me ha encantado el artículo Montse, muy claro y concreto todo y con muchas pautas e indicaciones.

Montse Garcia dijo...

Hola Anna,

¡Qué bien que te haya gustado y lo encuentres útil! Es un poco el espíritu que quiero transmitir desde este blog. En mi opinión uno de los objetivos más importantes que debemos cumplir los profesionales de la psicología es ayudar a la gente a aprender a solventar/afrontar sus problemas y a sentirse mejor con ellos mismos, por esta razón me gusta publicar guías, consejos, artículos, etc. prácticos que den alguna orientación sobre como proceder en situaciones concretas.

Te agradezco mucho tu comentario, recibe un caluroso abrazo,
Montse