miércoles, 16 de mayo de 2012

EMOCIONES - LA IRA

MAY, OREJAS LARGAS

Facilitar la expresión de la rabia para evitar la violencia.


Érase una vez un perrillo precioso de color canela, se llamaba May, y tenía las orejas muy largas, muy largas. Cuando andaba, las arrastraba por el suelo, si bebía metía las orejas en el agua antes que la lengua y al correr parecía que dos alas salían de su cabeza para, en un descuido, echar a volar.

May, orejas largas, era el perro más juguetón del lugar, le encantaba jugar con los demás animales. Pero le ocurría algo terrible: cuando comenzaba a jugar sacaba sus garras y arañaba y hería, incluso tiraba bocados de verdad. El no sabía que hacía mucho daño. Lo cierto es que los demás animales comenzaron a alejarse de él y se quedó muy sólo sin saber por qué.

Como nadie quería jugar con él, se fue al campo, se escondió entre los matorrales y decidió que si nadie quería se convertiría en un perro rabioso que asustaría a todo el mundo. Desde luego nadie se atrevía a pisar el campo, pues todos le temían. Aquella situación no podía durar mucho tiempo, ya que no tenían que comer. Por este motivo los animales se reunieron y decidieron mandar  a Quila Tranquila para que hablara con él. ¿Qué quién era ella?. Pues era el único animal a quien el perro no podía morder: Quila tranquila era una tortuga.

La tortuga llegó muy lentamente a su escondrijo y lo llamó: ¡May, May!. May salió disparado y la tortuga al verlo se escondió en su caparazón. Él sacó sus garras y le dio muchas vueltas a aquella cosa que parecía una piedra. Cuando se cansó vio como una cabecilla pequeña que asomaba por debajo le decía: 

-May, quiero hablar contigo.
-Vaya, una piedra que habla, eres muy rara- dijo el perro.
-Soy Quila tranquila, me han enviado los animales del bosque para decirte que te tienen un miedo terrible.

May se extrañó mucho de lo que estaba escuchando  y exclamó:
-Pero si yo sólo quiero jugar con ellos.

A lo que Quila respondió:

-En cambio ellos no quieren jugar contigo porque les haces mucho daño, siempre salen malheridos de eso que tu llamas juego.

May se enfureció aún más y gritó enfurecido: 

-Pero, ¿cómo es que les hago daño?
La tortuga con voz firme le dijo: 

-Eso que tú llamas juego, es sólo violencia.
- ¿Y qué es eso? - preguntó el cachorro. 
 
Quila sacó una lista que le habían dado los animales y fue enumerando todas las agresiones que ellos habían recibido:

-Pegar patadas, arañar, tirar bocados, pelear a puñetazos...Eso es violencia y hace mucho daño a las criaturas. Por eso todos huyen de ti, porque no sabes jugar.
-Entonces, ¿ qué es jugar?- preguntó el perrillo con la
cabeza baja y el rabo entre las patas.

A lo que la tortuga respondió: “jugar es disfrutar, sin hacer daño a los demás”. May se quedó muy pensativo por todo lo que había oído y comenzó a comprender por qué nadie quería jugar con él; como era muy listo decidió que cambiaría su forma de jugar. Y desde aquel día, las cosas fueron muy distintas para aquella comunidad de animales.  
 
Habían recuperado a un amigo. Ahora sí que podían disfrutar, porque May dejó de pelear y se convirtió en el perrillo más divertido de los alrededores.

R.M. Badillo (Cuentos para Delfines).












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1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias por la información =)