miércoles, 16 de octubre de 2013

PÍLDORAS IE: LOS MIEDOS INFANTILES

PÍLDORAS IE: LOS MIEDOS INFANTILES
Montse García

En esta segunda edición del Curso de Inteligencia Emocional para niños de primaria que imparto en el Colegio Público Carmelo Ripoll de Ontinyent, estoy llevando a cabo una iniciativa que tiene vocación de ayuda para los padres y las familias en general.

Se trata de que una vez al mes comentaré un tema que preocupe especialmente a las familias en general o a algún padre de mis alumnos en particular de modo que escribiré brevemente sobre un tema de interés a la vez que daré unas pautas para manejarlo mejor desde el hogar.

En esta ocasión, y siguiendo la sugerencia de una madre voy a tratar LOS MIEDOS INFANTILES.



1ª PÍLDORA : LOS MIEDOS INFANTILES

El miedo es una de las emociones básicas que tenemos los seres humanos y, precisamente por ello, nos ha servido a lo largo de la evolución para preservar la especie y adaptarnos a nuestro medio. Hay que tener en cuenta que a especie humana está biológicamente preparada para aprender respuestas fóbicas a estímulos que filogenéticamente han constituido una amenaza para la supervivencia de la especie. 
Otro interesante dato a saber es que los miedos siguen un patrón evolutivo, por tanto, en la medida en que sepamos cómo se desarrolla dicho patrón sabremos en un momento dado si los temores que sufren nuestros hijos entran dentro de la “normalidad” de su desarrollo o bien les están ocasionando verdadero sufrimiento y deberíais acudir a un psicólogo a que enseñe al niño y a la familia a controlar estos temores.
Patrón evolutivo de los miedos más comunes que tienen los niños:
7-12 MESES: Miedo a las personas extrañas y a los objetos que surgen súbitamente.
1 AÑO: Temen a que sus padres se separen de ellos, a ir al baño, a las heridas y a las personas extrañas.
2 AÑOS: Temen a los ruidos fuertes, a los animales, a la oscuridad y a que sus padres se separen de ellos.
DE LOS 3 A LOS 5 AÑOS: Disminuyen el miedo a la pérdida de soporte y a los extraños. Se mantienen el miedo a los ruidos fuertes, a que sus padres se separen de ellos, a los animales y a la oscuridad. Aumentan el miedo al daño físico y a las personas disfrazadas.

DE LOS 6 A LOS 8 AÑOS: Disminuyen el miedo a los ruidos fuertes y a las personas disfrazadas. Se mantienen el miedo a que sus padres se separen de ellos, a los animales, a la oscuridad y al daño físico. Aumentan el miedo a los seres imaginarios (brujas, fantasmas, súper-héroes…), a las tormentas, a la soledad y A LA ESCUELA.

DE LOS 9 A LOS 12 AÑOS: Disminuyen el miedo a la separación, a la oscuridad, a los seres imaginarios y a la soledad. Se mantienen el miedo a los animales, al daño físico y a las tormentas. Aumentan el miedo a la escuela (Exámenes, suspensos), al aspecto físico, a las relaciones sociales y a la muerte.

DE LOS 13 A LOS 18 AÑOS: Disminuyen el miedo las tormentas. Se mantienen el miedo a los animales y al daño físico. Aumentan el miedo a la escuela (Exámenes, suspensos), al aspecto físico, a las relaciones sociales y a la muerte.

DEBEMOS ALERTARNOS CUANDO:
  • · La frecuencia en que un niño se queja de un miedo determinado es muy elevada ya que esto puede indicar que este miedo le hace sufrir y no sabe cómo manejarlo, aunque hay que prestar atención porque el niño podría estar utilizando esta excusa para obtener una ganancia secundaria, esto es, conseguir que sus padres le hagan caso cada vez que él emite una queja.
  • ·  La intensidad de sus reacciones ante el estímulo que le provoca el miedo. Quienes mejor conocen a sus hijos son generalmente los padres y por ello la mayor parte de las veces seremos capaces de determinar si la reacción ante un miedo es verdadera o fingida. Si observamos que la intensidad es alta o muy alta debemos alertarnos  y no tratar de restarle importancia a este hecho ni enfadarnos porque el niño está sufriendo.
QUÉ HACER
Los miedos se adquieren por diferentes vías entre ellas está el modelado (observación de alguien que tiene miedo, padres, familia, películas…), información negativa o instrucciones verbales ( a veces a los padres y abuelos nos “encanta” decirles algunos de los riesgos que corren), por aprendizaje directo y también por condicionamiento. Es posible que se genere miedo en los niños que tengan experiencias vitales desagradables o traumáticas (presenciar o sufrir malos tratos, accidentes, muerte de un ser querido….).

En el peor de los casos los miedos pueden derivar en trastornos clínicos como fobias específicas, ansiedad generalizada o estrés postraumático.
Cosas que podemos hacer ante las expresiones de miedo (moderado) de los niños: 
·  Estar a su lado y escucharles pacientemente cuando nos expresen su miedo, sin quitarle importancia, pero intentando vivir la situación del niño con tranquilidad, sin mostrar (al menos delante de él) preocupación o angustia. Recordemos que el modelado (observación de comportamientos de padres u otros) son patrones que el niño interioriza.

· No forzarle a realizar las conductas que teme. Tendremos que trazar un plan de forma que podamos crear aproximaciones sucesivas, poco a poco. La solución a los miedos no es evitarlos, sino enfrentarnos a ellos, aunque en el caso de los niños hay que tener paciencia y calma. Nos irá muy bien usar el juego y la imaginación.

·  Es eficaz utilizar el modelado siendo uno de los padres el que efectúe la conducta temida para enseñar al niño que no sucede nada, no obstante el modelado es más eficaz cuando el modelo es de la misma edad que el niño.


·  Evitar ridiculizar al niño por sus miedos, en especial, delante de sus amigos. No reírse de él, no castigar ni sermonear.

·   Que aprenda y practique alguna técnica de relajación.

·   Evitar que vea películas, juegos o realice actividades que comporten violencia o miedo.

·  Procurar no lanzar mensajes amenazadores (si no comes llamaré a…, si no te portas bien se lo diré a…)


Si observáis que estos miedos son más severos, persistentes y alteran significativamente el funcionamiento del niño en su entorno familiar, escolar o social, entonces podemos estar ante trastornos que ya no serían parte del patrón evolutivo “normal” sino que deberían ser tratados por un profesional (fobias específicas, trastornos de ansiedad u otros). 


Montse García
Col nº CV11233
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