jueves, 20 de marzo de 2014

RABIETAS INFANTILES EN NIÑOS DE 1 A 4 AÑOS


RABIETAS INFANTILES EN NIÑOS DE 1 A 4 AÑOS


Este post es un extracto del taller para padres y madres que recientemente impartí junto con mi compañero Paco Revert en la sede de la Societat Unió Artística Musical d'Ontinyent.
 
Las “rabietas infantiles” en niños/as pequeños/as no son más que el modo que tienen de expresar aquellas emociones negativas que sienten y que no son capaces de comprender ni de verbalizar. A estas edades los niños/as aún carecen de las habilidades necesarias para expresar todos sus sentimientos y pueden sentirse desbordados/as. Las rabietas suelen empezar aproximadamente a la edad de 1 año y continúan hasta casi alcanzar los 4 años, con esta edad la mayoría de los niños/as desarrollan el autocontrol necesario y las rabietas empiezan a ser menos habituales.


ALGUNOS MOTIVOS DE LAS RABIETAS INFANTILES

  • Frustración por no poder conseguir algo con inmediatez.
  • Deseo de controlar el ambiente, su deseo de omnipotencia.
  • El deseo de llamar la atención para recibir cariño.
  • Cuando las normas de comportamiento son poco claras o incoherentes, el niño/a trata de descubrir donde están los límites.
  • Cuando los padres dan otras muestras de incoherencia o inconsistencia.

ACCIONES QUE NO DAN RESULTADO CONTRA LAS RABIETAS

  • Dar un cachete. Sólo ayudará a que empeore la rabieta (indica  que tanto el niño como los padres han perdido el control) .
  • Gritarle. Serán dos personas gritando a dúo, sin escucharse.
  • Ceder al capricho “para que no monte el numerito”. Esto equivale a premiar al niño/a por el berrinche. Así aprende que la próxima vez sólo tiene que llorar un poco más.
  • Ceder por las presiones de la pareja, los abuelos o las personas que estén presentes. Es una situación incómoda, pero nosotros somos quien debemos manejarla ahora y en el futuro.
La mejor forma de ir manejando poco a poco las rabietas de los niños/as es aplicar el método de la extinción, lo que de un modo sencillo se conoce como “ignorar”.

CUANDO DEBEMOS ACTUAR

Sin embargo en ocasiones no es posible que hagamos esto ya que el comportamiento del niño/a se torna agresivo y puede dañar a alguien o a sí mismo. Por ello SÍ debemos intervenir en las siguientes situaciones LIMITANDO SU CONDUCTA, pero sólo su conducta, SIN CENSURAR SU EMOCIÓN:

  • Cuando esté dañando a otro niño.
  • Cuando se esté dañando a sí mismo.
  • Cuando esté dañando a un objeto.

- Si el niño pega, empuja o muerde a otro niño/a o incluso a alguno de sus padres porque está enfadado debemos parar su acción y cuando sea posible decirle: “Si pegas haces daño, nadie se merece que le peguen” o también “a mi no me gusta que me peguen”. Intentaremos empatizar con él diciéndole: “ya veo que estás enfadado o tal vez algo te ha asustado, pero puedes expresarlo de otra manera sin dañar y sin pegar a nadie porque así haces daño”.


Cuando podamos y el/la niño/a esté más receptivo/a hablaremos con él/ella para preguntarle “¿qué es lo que te ha hecho sentir así ?” “háblame de lo que has sentido”. También le podemos sugerir que cuando se sienta así podría gritar, patalear, golpear el suelo o ir a buscar a los padres si algo le ha asustado o que aprenda a decirle a los otros niños “déjame, eso no me ha gustado, etc…” A los niños más pequeños en este momento bastará con que le hablemos con cariño abrazándolos y le digamos que cuando se enfade es mejor que nos busque y le diremos qué hacer.

De este modo estamos ofreciéndole a nuestro hijo recursos alternativos a la agresión y que puede utilizar en caso de que se sienta de nuevo mal. Asimismo estamos educando para que aprenda a reconocer y manejar sus emociones negativas.

Otros recursos que existen para educar al niño en el reconocimiento de sus emociones es leerle cuentos que hablan de la rabia, el miedo, celos, tristeza, etc… Los cuentos enseñan a los niños modelos de comportamiento de un modo que ellos entienden muy bien. Así leerle determinados cuentos puede ayudarles a que sepan como actuar si ellos se encuentran en según qué situaciones en las que se sienten desbordados por las emociones.

-Si el niño/a se agrede o se hace daño a sí mismo porque está enfadado o porque la emoción que está sintiendo dentro le desborda y lo demuestra tirándose de los pelos, golpeándose en la cabeza contra el suelo o con su propia mano…

Lógicamente en ese momento también debemos actuar PARANDO SU ACCIÓN y es conveniente decirle: “Cariño, así te haces daño y tú no te mereces el tener dolor, debes cuidarte”. Si en ese momento se está golpeando cógele de las manos o evita que se pegue en la cabeza y lo coges en brazos llevándolo a un sitio en el que esté más tranquilo/a y seguro/a. Podemos también llevarlo/a a un lugar en el que si se tira no se haga daño como un sofá o una cama. Entonces ya será el momento de preguntare “hay algo que te haya hecho sentir mal” o “¿estás enfadado, sientes rabia?”, “vamos a ver qué podemos hacer, pero NO DEBES hacerte daño a ti mismo/a porque no te lo mereces”

-Si el niño/a lanza o rompe algún objeto para mostrar su rabia o su enfado. También aquí debemos parar su conducta y darle opciones alternativas mediantes las que él pueda canalizar las emociones negativas.

Podemos decirle: “cariño esto no debes romperlo porque es un objeto delicado que no está preparado para ser roto. Si sientes necesidad de romper algo podemos usar las hojas de la rabia, etc.”. Se trata de que el niño dibuje su enfado y después rompa ese dibujo en mil trocitos para aliviar su malestar, o aplastar la plastilina con el puño hasta que consiga desahogarse, o tirar una pelota al suelo con fuerza, o que tenga un “cojín especial del enfado” que él/ella pueda golpear hasta sentirse mejor….


Evidentemente estas estrategias se van poniendo en práctica y sobre todo van dando resultados paulatinamente. Por ello es fundamental que los padres tengan mucha paciencia e intenten ellos también manejar las emociones negativas que les generan las rabietas de sus hijos/as, no hay que olvidar que los padres son los adultos.

Montse García







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5 comentarios:

RICARDO BERNABE dijo...

Como médico tengo que decir que hasta cierto punto es real este comentario sobre las rabietas infantiles y justo el grupo vulnerable de 1 a 4 años.Estoy investigando el metabolismo del calcio con una trayectoria de más de 30 años.(el tema es largo).Pero diré algo y que encontramos: muchos de estos chicos caprichosos, irritables, hiperquinéticos y todo lo relacionado con hiperactividad e incluso las coreas y tics tienen que ver con el calcio. Tengo las comprobaciones del caso, no hablo empìricamente y esta baja del calcio esta dada por una bacteria,el estreptococo pyógenes, que se aloja en la amigdala palatina. Nosotros medicamos a estos chicos y en 15 días cambiaban su caracter, eran otros. La psicología es buena pero la medicina aporta elementos que dejan de lado a la psicopatología.dr. flores ricardo. Investigador independiente .

Montse Garcia dijo...

Hola Ricardo,

En primer lugar agradecerte tu interesante intervención, opiniones como la tuya enriquecen muchísimo este humilde espacio dedicado a la psicología.

En este caso tengo que decir que las rabietas de las que hablo en el post no tienen que ver con ninguna psicopatología sino más bien del momento evolutivo en el que se encuentran estos niños y niñas. Mi intención es reflejar el comportamiento normal (según temperamentos) en los niños y niñas de estas edades, dar a los padres y madres pautas para manejar estos "difíciles" momentos y que de paso enseñen a sus hijos a conocer y gestionar sus emociones negativas.

Sin embargo me interesa muchísimo esto que dices ya que es cierto que hay algunos niños cuyo comportamiento es muy disruptivo, irritable e incluso agresivo y con los que las intervenciones psicológicas no dan los resultados esperados. Además son niños resistentes a los castigos y con los que los refuerzos tampoco suelen funcionar muy bien. Tal vez es a este sector de niños/as al que haces referencia.

Te invito si te apetece a que compartas con nosotros algún resultado de tus investigaciones, para mí será un honor publicarlo.

Un abrazo
Montse

Anónimo dijo...

Hola Montse, me parece muy interesante el articulo que has escrito, pero discrepo en ciertos aspectos con tu punto de vista para actuar ante las situaciones que has expuesto. Soy psicóloga infanto- juvenil, especializada en el área del conductismo. Quizás por ese motivo, mi forma de afrontar los problemas a los que haces referencia no es la misma. Entiendo que desde que los niños son pequeños debemos tratar de razonar con ellos y explicarles las consecuencias que ciertos actos tienen sobre ellos o el contexto en el que se encuentran... Pero en primer lugar, no creo que se deban tratar a todos los niños por igual ni que las técnicas que aconsejas sean efectivas en ciertas circunstancias. ¿Que pasaría si el motivo de la rabieta de un niño es la llamada de atención de sus padres y le reforzamos dicha conducta aguantándole los brazos y explicándole que no debe hacer eso? Estaríamos reforzando que en otra circunstancia en la que busque atención por parte de un adulto reaccione de la misma forma para obtenerla.
Ante dichas situaciones me parece más conveniente hacer un registro de conducta evaluando antecedentes y consecuencias de la conducta en cuestión, y valorando cual es el motivo que mantiene la conducta problema. Cada niño es diferente y la finalidad de la psicología es crear terapias individualizadas considerando las características propias de cada persona. En mi opinión hay ciertos aspectos de tu artículo que pueden dar lugar a los padres a cometer errores con respecto al abordaje de las conductas disruptivas de sus hijos. En base a mi experiencia, todas las personas nos movemos por las consecuencias que tienen nuestras conductas en el medio, debemos saber que mueve a una persona a actuar de una determinada forma para abordar su conducta de una u otra manera. No debemos olvidar que TODOS SOMOS DIFERENTES, y que lo que para unos funciona para otros no. La base de la psicología es crear terapias individualizadas y no dar consejos generales.
Me despido con un saludo y decirte que a pesar de esa discrepancia me parece muy interesante tu trabajo.
Un abrazo. Melania

Montse Garcia dijo...

Hola Melania,

Muchas gracias por tu comentario, que por otra parte comprendo y comparto en gran medida.

En realidad en un curso de estas características y con una población de esta edad la pretensión no es que los padres aprendan a hacer terapia sino a comprender en qué consisten las rabietas y que esa comprensión les ayude a afrontarlas.

En el taller nº2 ya profundizamos más en las técnicas de modificación de conducta más sencillas que deben aprender los padres para reconducir el comportamiento de sus hijos sobre todo cuando este comportamiento es más "disruptivo". Posiblemente publique un extracto del citado taller en breve.

Yo también tengo una formación cognitivo-conductual aunque en ocasiones me gusta aplicar otro tipo de técnicas o conocimientos que considero coherentes y creo que funcionan, en este caso concreto creo que para mejorar las rabietas "evolutivas" de los niños los padres deben conocer y aplicar algunas técnicas de modificación de conducta pero también deben ser conscientes de que tienen que tener paciencia y enseñar a sus hijos con amor a conocerse a sí mismos, a sus emociones y ayudarlos a aprender mejores comportamientos siendo ellos modelos.

Un abrazo
Montse

Anónimo dijo...

Hola! Me ha parecido muy interesante tanto el artículo como vuestro intenso debate.
En primer lugar, me gustaría decirte Montse, que admiro tu forma de escribir y expresarte, da gusto leerte y creo que es casi imposible que se cree confusión alguna.
Por otro lado, estoy totalmente de acuerdo con la idea de Melania de que todos somos diferentes, cada uno tiene su ritmo de desarrollo, su situacion personal, su determinada familia... pero creo que cuando dices que aplicar ciertas estrategias en rabietas de "llamadas de atención" sería contraproducente, habría que centrarse en la causa de esa necesidad de atención, por lo que inevitablemente nos lleva a fijarnos en los padres y en las madres YYYY!! en las características del vínculo que han establecido con sus hijas e hijos... ahí lo dejo...
En cuanto al comentario de Ricardo, decir que me ha producido profundos sentimientos de enfado, rabia, incredulidad y.... en fin...me cuesta mucho aceptar que exista la creencia, el hábito, la voluntad, el interés...(o una mezcla de todo ello) de medicar a un niño o niña a la primera de cambio (:TDAH), y dormir sin pesadillas por las noches...

Un saludo Montse, felicidades y gracias por tus valiosas aportaciones!!
Cris.