EL ATAQUE DE PÁNICO
Montse García
Pánico es una palabra de origen griego
que deriva del dios griego Pan (o Panikos). Éste era el dios del bosque y
los pastores y se disfrazaba para ocultar su identidad y asustar con
bromas terroríficas a los incautos, sus bromas provocaban “pánico”.
La denominación de ataque de pánico o
crisis de angustia se emplea generalmente para denominar la experiencia
de aparición súbita de intenso miedo que se acompaña con síntomas
fisiológicos. Son muchas las personas que en un momento u otro de su
vida han experimentado una crisis de pánico.
Objetivamente tener un ataque de pánico
no es peligroso para la persona que lo sufre, aunque sin embargo estos
accesos de pánico conllevan un sentimiento de peligro o de muerte
inminente y de una urgente necesidad de escapar. Las personas que lo
experimentan muchas veces creen que están a punto de morir, que les va a
dar un infarto o una trombosis e incluso temen perder el control y
volverse locas.
¿A qué llamamos ataque de pánico?
Según el DSM-IV-TR (American Psychiatric
Association) un ataque de pánico o crisis de angustia consiste en un
periodo discreto de intenso miedo, aprensión, terror o malestar que va a
acompañado frecuentemente por una sensación de peligro o catástrofe
inminente y de un impulso de escapar y durante el cual aparecen cuatro o
más de los siguientes síntomas y alcanzan su máxima intensidad en los
primeros 10 minutos:
-Palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca.
- Sudoración.
-Temblores o sacudidas.
- Sensación o falta de aliento.
- Sensación de atragantarse.
- Opresión o malestar torácico.
- Náuseas o molestias abdominales.
- Inestabilidad, mareo o desmayo.
-Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
- Miedo a perder el control o volverse loco.
- Miedo a morir.
- Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
- Escalofríos o sofocos.
- Sudoración.
-Temblores o sacudidas.
- Sensación o falta de aliento.
- Sensación de atragantarse.
- Opresión o malestar torácico.
- Náuseas o molestias abdominales.
- Inestabilidad, mareo o desmayo.
-Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización (estar separado de uno mismo).
- Miedo a perder el control o volverse loco.
- Miedo a morir.
- Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
- Escalofríos o sofocos.
Un fenómeno característico del ataque de
pánico documentado por Barlow (1988) es su omnipresencia ya que la mayor
parte de los pacientes afectados con trastorno de ansiedad, sea cual
sea el tipo, ha tenido o tiene experiencias de ataques de pánico. Sin
embargo destaca también el hecho de que la crisis de pánico es común
también en la población no clínica (sin trastornos de ansiedad).
Hoy día la mayoría de los estudiosos y
expertos en este tema asumen que sólo el primer ataque de pánico es
auténticamente espontáneo e inesperado, si se dan más ataques lo más
probable es que estén disparados por algún tipo de asociación que hace
el sujeto y de la que éste pueda ser más o menos consciente.
Por otra parte, mencionaré de forma breve
que existe otra categoría relacionada llamada Trastorno de Pánico, la
cual para ser diagnosticada según también el DSM-IV-TR, requiere que el
sujeto, entre otras cosas, haya tenido ataques de pánico inesperados
recurrentes.
El círculo vicioso del pánico
La ansiedad es una reacción normal y
adaptativa de la que disponemos todos los seres humanos para ponernos a
salvo cuando tenemos que afrontar algún peligro. Así, la crisis de
pánico o estado de ansiedad aguda sería una reacción automática y
refleja, cuyo objetivo es ayudarnos a sobrevivir (huyendo, atacando,
buscando ayuda, etc.) , y que se pone en marcha cuando percibimos un
peligro grave e inminente.
Lo que representa un problema para
nosotros es cuando esa reacción automática y refleja de alarma se pone
en marcha sin que exista un peligro real (falsas alarmas). Nuestro
cuerpo se prepara para “defenderse” y para ello se producen una serie de
cambios NORMALES en estos casos tales como: calor, sofoco, sudor,
escalofríos, ver “lucecitas”, temblor, dificultad para pensar
normalmente, nauseas, cansancio, opresión en el pecho, etc… Y cuando
todo esto ocurre la persona que lo experimenta piensa que estas
sensaciones son peligrosas para ella, lo cual aún activa más el sistema
de alarma, y, por tanto, las sensaciones y el miedo aumentarán.
Todo podría empezar el día en que se
experimenta el primer ataque de pánico. En este momento pudo ocurrir
algo que influyese en que tus sensaciones internas fueran más fuertes de
lo habitual (por mayor estrés, estar muy nervioso, haber tomado algún
tóxico, etc.). También se han podido dar circunstancias personales que
hayan influido en que hicieras una primera interpretación catastrófica
de las sensaciones internas que notaste, y que dicha interpretación se
mantuviese en el tiempo. Por ejemplo es algo muy común que hayamos oído
que alguien que conoces haya tenido una enfermedad grave cuyos síntomas
son similares a las sensaciones que tú notaste al inicio de tu primer
ataque.
Así, después de este primer ataque que
fue una experiencia aterradora para ti, puedas quedar convencido de que
tienes una enfermedad, física o mental, muy grave y cuyos síntomas
pueden reaparecer en cualquier momento.
A partir de ese momento, empiezas a
autoobservarse continuamente en busca de cualquier señal interna. Al
focalizar tu atención hacia las sensaciones sentidas es más fácil que
notes que algo pasa en tu cuerpo, y si notas alguna sensación se puede
volver a activar tu creencia de que estás en peligro activando tu
organismo y poniendo en marcha el círculo vicioso que te puede llevar a
un nuevo ataque de pánico.
No es peligroso
Los ataques de pánico no representan
ningún peligro para la persona. No pueden dañar tu salud física, ni
mental, ni tampoco pueden hacer que pierdas el control. La reacción de
pánico tiene como misión proteger a tu organismo del peligro y no puede
hacerte daño.
Si en los momentos en que experimentas un
ataque de pánico estuvieses ante un peligro real, todas esas reacciones
y cambios de tu organismo te ayudarían a ponerte a salvo, huyendo,
atacando o buscando ayuda.
De ahí la importancia de comprender de
que hacer interpretaciones catastrofistas de las sensaciones que
percibes en tu cuerpo es lo que ayuda a que vuelva a surgir otro ataque
de pánico.
Qué hacer cuando tienes un ataque de pánico.
Tener ataques de pánico puede representar
un importante problema para algunas personas ya que les produce un gran
sufrimiento y les puede llegar a condicionar mucho su vida. En estos
casos es recomendable que acudir a un psicólogo para que ponga en marcha
la intervención apropiada en este tipo de casos.
No obstante, al objeto de poder manejar un ataque de pánico si éste
aparece, es importante tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Intenta no asustarte porque las sensaciones que experimentas no son peligrosas para ti, ni te vas a volver loco.
- Si sientes que estás a punto de sufrir una crisis de pánico, antes de que empiece, intenta distraer tu atención concentrándote en cualquier objeto que tengas delante o habla con alguien que tengas cerca.
- Si ya estás teniendo el ataque, piensa que, aunque es muy molesto, no resulta peligroso para ti.
- Intenta calmarte y evitar los pensamientos negativos. Aprende a parar estos pensamientos en su inicio. Practica en casa el decirte “stop” o “para”, o “basta” cuando pensamientos no deseados invadan tu mente.
- Si estás hiperventilando (respiración superficial y rápida), procura no asustarte, no es peligroso. En este momento debes tratar de restablecer la respiración normal, hay varias fórmulas para lograr esto:
- La más conocida es ponerse una bolsa en la boca y nariz y respirar en ella, esto favorece la regulación del nivel de CO2. Lo usual es hacer cinco respiraciones en la bolsa y dos fuera y repetir hasta que pase el ataque.
- Si no tienes bolsa haz lo mismo poniendo utilizando tus manos y poniéndolas ahuecadas en tu nariz y boca.
- También puedes intentar hacer respiraciones profundas inspirando e intentando retener unos segundos el aire y luego espirándolo tantas veces como lo necesites.
No dejes de hacer lo que estabas
haciendo, una crisis de pánico no te hará perder el conocimiento ni te
producirá desmayo. Si sigues haciendo cosas será más fácil que alejes
los pensamientos negativos.
Tal y como he dicho anteriormente, si
estos ataques de pánico se vuelven recurrentes y te producen malestar es
posible que estés sufriendo un trastorno de pánico por lo que la mejor
opción sería acudir a un profesional de la psicología a que te ayude a
solucionar este problema.
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