jueves, 7 de julio de 2016

GESTIÓN EMOCIONAL. LA RESPIRACIÓN DEL EQUILIBRIO

GESTIÓN EMOCIONAL. LA RESPIRACIÓN DEL EQUILIBRIO


Montse García





Hoy me he propuesto volver a escribir con mayor frecuencia en mi blog que de un tiempo a esta parte he tenido desatendido por un exceso de trabajo y escasez de energía.

Empiezo pues con una técnica de respiración que aprendí hace unos meses en un curso de gestión emocional impartido por el profesor Fco. Benítez.

Estoy segura que todos conocéis diferentes técnicas de respiración y relajación de calidad y efectivas, pero tal vez alguno de vosotros no sepáis de ésta que a mí personalmente me funciona y, tengo la constancia, de que a muchas otras personas también. Ahí va…

El objetivo de esta respiración es equilibrar nuestras emociones cuando alguna de ellas está desbordada y por tanto nos resulta inmanejable. Voy a poner como ejemplo el enfado, la rabia, el enojo, ya que esta es una emoción bien conocida por todos y que puede provocarnos malestar interno y diversas consecuencias externas si no somos dueños de un buen autocontrol.

Bien, en primer lugar, como pasa con todas las técnicas, lo más importante es aprenderla y después practicarla frecuentemente para que nos sea útil el los momentos críticos. A efectos didácticos voy a describirla paso a paso para facilitar su comprensión:

1. La  posición  de partida puede ser sentados, apoyando la espalda en el respaldo de la silla o sillón y dejando caer las manos relajadas encima de las piernas o a ambos lados de nuestro cuerpo mientras mantenemos erguida la cabeza.

2. Localizaremos un momento de nuestra vida, a poder ser reciente o uno que por su intensidad siga generando en nosotros un enfado considerable. Cerramos los ojos para posibilitar una mejor concentración en ese momento. Traemos a nuestra mente la citada situación e intentamos centrarnos en esa emoción de enfado o rabia que nos produce. ¿En qué lugar de nuestro cuerpo sentimos ese enfado? Nos fijaremos en las sensaciones que se originan en nuestro cuerpo tratando de visualizar en nuestra mente ese momento concreto. Ahora ya podemos empezar a realizar la respiración propiamente dicha.

3. Inhalaremos aire a pequeños intervalos por nuestra nariz notando como nuestros pulmones progresivamente se van llenando. Trataremos de colmar éstos y una vez repletos de aire exhalaremos de una sola vez por la boca hasta vaciar el tórax.

4.  Repetiremos esta respiración según se describe arriba hasta tres veces más.

5. Ahora volveremos a realizar la operación una quinta vez, aunque en esta ocasión mientras respiramos trataremos de traer a nuestra mente con el mayor lujo de detalles posibles esa situación que desencadena nuestro enfado. En esta ocasión es muy importante que una vez llenos los pulmones contengamos la respiración manteniendo allí el aire mientras nos recreamos en la visualización del momento que nos genera ese enfado, tratando de ver qué personas hay, qué se dice, qué se oye alrededor, qué colores y olores hay y también fijándonos en qué parte de nuestro cuerpo se localiza nuestra rabia, si además somos capaces de intensificar esa rabia sentida al máximo, aún será más efectiva la técnica. Cuando no podamos mantener más el aire dentro de nosotros, exhalaremos de una sola vez y sonoramente si es posible.

6. Esperamos unos segundos y ya podemos comprobar si esta estrategia nos ha resultado efectiva. La forma de hacerlo será cerrar de nuevo los ojos tratando de volver a ese momento y de localizar nuevamente la rabia en nuestro cuerpo. Sabremos que nos ha funcionado si nos cuesta volver a encontrar esa emoción y sobre todo si una vez visualizado nuevamente el momento la intensidad es notablemente inferior que al inicio.

Nos podemos ayudar de esta respiración en muchos momentos de nuestra vida. Todos reconocemos la emoción del enfado y la frustración cuando nuestro jefe nos llama la atención injustamente, o cuando una discusión se nos va de las manos y nos alteramos diciendo cosas de las que luego nos arrepentimos. O aquellos enfados producto de la traición de algún amigo, incluso aquellas veces en las que hacemos alguna cosa inconveniente y nos enfadamos con nosotros mismos, también nos vale esta respiración para la rabia que sentimos contra la vida, cuando ésta no nos trae lo que creemos merecer.

Simplemente lo que conseguimos con esta respiración es reducir la intensidad de la emoción sentida a un grado más manejable para nosotros y por lo tanto más fácil de gestionar.

Espero que os resulte útil…






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