GESTIÓN EMOCIONAL. LA RESPIRACIÓN DEL EQUILIBRIO
Montse García
Hoy me he propuesto volver a escribir con mayor frecuencia en mi
blog que de un tiempo a esta parte he tenido desatendido por un exceso de
trabajo y escasez de energía.
Empiezo pues con una técnica de respiración que aprendí hace unos
meses en un curso de gestión emocional impartido por el profesor Fco. Benítez.
Estoy segura que todos conocéis diferentes técnicas de respiración
y relajación de calidad y efectivas, pero tal vez alguno de vosotros no sepáis
de ésta que a mí personalmente me funciona y, tengo la constancia, de que a
muchas otras personas también. Ahí va…
El objetivo de esta respiración es equilibrar nuestras emociones
cuando alguna de ellas está desbordada y por tanto nos resulta inmanejable. Voy
a poner como ejemplo el enfado, la rabia, el enojo, ya que esta es una emoción
bien conocida por todos y que puede provocarnos malestar interno y diversas
consecuencias externas si no somos dueños de un buen autocontrol.
Bien, en primer lugar, como pasa con todas las técnicas, lo más
importante es aprenderla y después practicarla frecuentemente para que nos sea
útil el los momentos críticos. A efectos didácticos voy a describirla paso a
paso para facilitar su comprensión:
1. La posición
de partida puede ser sentados, apoyando la espalda en el respaldo de la
silla o sillón y dejando caer las manos relajadas encima de las piernas o a
ambos lados de nuestro cuerpo mientras mantenemos erguida la cabeza.
2. Localizaremos un momento de nuestra
vida, a poder ser reciente o uno que por su intensidad siga generando en
nosotros un enfado considerable. Cerramos los ojos para posibilitar una mejor
concentración en ese momento. Traemos a nuestra mente la citada situación e
intentamos centrarnos en esa emoción de enfado o rabia que nos produce. ¿En qué
lugar de nuestro cuerpo sentimos ese enfado? Nos fijaremos en las sensaciones
que se originan en nuestro cuerpo tratando de visualizar en nuestra mente ese
momento concreto. Ahora ya podemos empezar a realizar la respiración
propiamente dicha.
3. Inhalaremos aire a pequeños
intervalos por nuestra nariz notando como nuestros pulmones progresivamente se
van llenando. Trataremos de colmar éstos y una vez repletos de aire exhalaremos
de una sola vez por la boca hasta vaciar el tórax.
4. Repetiremos esta respiración
según se describe arriba hasta tres veces más.
5. Ahora volveremos a realizar
la operación una quinta vez, aunque en esta ocasión mientras respiramos
trataremos de traer a nuestra mente con el mayor lujo de detalles posibles esa situación
que desencadena nuestro enfado. En esta ocasión es muy importante que una vez llenos los pulmones contengamos la
respiración manteniendo allí el aire mientras
nos recreamos en la visualización del momento que nos genera ese enfado,
tratando de ver qué personas hay, qué se dice, qué se oye alrededor, qué
colores y olores hay y también fijándonos en qué parte de nuestro cuerpo se
localiza nuestra rabia, si además somos capaces de intensificar esa rabia
sentida al máximo, aún será más efectiva la técnica. Cuando no podamos mantener
más el aire dentro de nosotros, exhalaremos de una sola vez y sonoramente si es
posible.
6. Esperamos unos segundos y ya
podemos comprobar si esta estrategia nos ha resultado efectiva. La forma de
hacerlo será cerrar de nuevo los ojos tratando de volver a ese momento y de
localizar nuevamente la rabia en nuestro cuerpo. Sabremos que nos ha funcionado
si nos cuesta volver a encontrar esa emoción y sobre todo si una vez
visualizado nuevamente el momento la intensidad es notablemente inferior que al
inicio.
Nos podemos ayudar de esta respiración en muchos momentos de
nuestra vida. Todos reconocemos la emoción del enfado y la frustración cuando
nuestro jefe nos llama la atención injustamente, o cuando una discusión se nos
va de las manos y nos alteramos diciendo cosas de las que luego nos
arrepentimos. O aquellos enfados producto de la traición de algún amigo,
incluso aquellas veces en las que hacemos alguna cosa inconveniente y nos
enfadamos con nosotros mismos, también nos vale esta respiración para la rabia
que sentimos contra la vida, cuando ésta no nos trae lo que creemos merecer.
Simplemente lo que conseguimos con esta respiración es reducir la
intensidad de la emoción sentida a un grado más manejable para nosotros y por
lo tanto más fácil de gestionar.
Espero que os resulte útil…
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